Es curioso comprobar como cada cuatro años se desatan los sentidos más primitivos de las personas, en un afán de demostrar pertenecer al grupo. Es significativo que salgan a la luz comportamientos de auténticos caciques que controlan, vigilan y hasta secuestran el voto de los “vecinos” del pueblo.
Es alucinante que en cada mesa electoral se encuentren hasta cuatro interventores del PP, de manera permanente y constante, acosando a los electores alrededor de las papeletas, de las cabinas de votación, dos sentados en la mesa electoral. La presión que se ejerce sobre las urnas no tiene parangón. El Presidente, en este caso un ciudadano al cual le cae un marrón, suele ser condescendiente, pues lo que menos desea es complicarse la vida. La forma de superar esta situación es, como descubrí el otro día, llevar el voto de casa, preparado ya. Pero, cuidado, porque en los suyos el sepia es más sepia.
Contaría anécdotas curiosas: “fulanito no fue a votar, ese lo lleva claro a partir de ahora”. En estas últimas elecciones municipales también hay otras, como la de los votos nulos, que causa hilaridad, como aquél que metió una rodaja de chorizo junto a la papeleta del PP, o el vocal de una mesa que decide no votar y le cae un chorreo de narices de (casi) todos los interventores. Y el PSOE, pasa de todo, lo ignora, no va con ellos, es otro el interés: “qué coñazo, otra vez elecciones”.
Por cierto me contaron un chiste muy al uso: La receta de cocina elegida por los ciudadanos en estas elecciones consiste en meter un pollo en el Ayuntamiento, rodearlo de chorizos, y al cabo de unos años sale, rico, rico, rico.
Esto no se acaba aquí, esto no es el fin, sobre todo el fin perseguido desde nuestros orígenes, esto es el principio. Vivan las elecciones, vivan los cañones, como decía la Bruja Avería. Municipio libre de corrupción.
Jaac
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